
- Antonio Villanueva lleva cuatro años de trabajo con los marginados del barrio
- Fruto de su experiencia nace un libro digital con casos reales
Jesús
Ortiz García | Málaga
Actualizado viernes
16/03/2012 10:51
horas
Desde
intervenciones en la Ciudad de la Justicia para que toxicómanos no
acabaran entre rejas por delitos tan pintorescos como robar 100
gramos de mortadela o por no acudir a juicio porque no sabía leer la
citación judicial, hasta el vecino de la Palma-Palmilla con el
récord de hermanos fallecidos por las drogas y los continuos toques
de queda por los enfrentamientos entre los principales clanes de la
barriada.
Son algunos de los temas que plasma el realizador audiovisual y
abogado Antonio Villanueva en 'Historias de La Palmilla'.
La Casa
de la Buena Vida,
situada en uno de los cerros que rodea el distrito, se ha convertido
en los últimos años en el epicentro que da cobijo a los marginados
sociales: drogadictos,
ex presidiarios, enfermos e inmigrantes.
De las historias que se cuecen en las entrañas de este viejo caserón
se nutre Villanueva en sus relatos, que decidió escribirlos "como
terapia". Cuando en 2008 se adentró por primera vez en las
calles de este distrito y conoció la cruzada que había emprendido
Jesús Rodríguez, conocido como Chule, en la Asociación para la
Integración de la Comunidad Gitana, quedó cautivado.
"Sabía
que había potencial y mucho trabajo que hacer para ayudar a los más
desfavorecidos. Lo que más me ha sorprendido de este barrio han sido
las personas humildes que con pocos recursos han sacado a sus hijos
adelante y sin meterse en problemas. Mi labor ha estado más enfocada
en ayudar
a los que han tenido un pasado más oscuro y conflictivo",
apunta.
Fruto
de su experiencia como responsable
de los asuntos jurídicosen
esta organización brota Historias de La Palmilla, con ejemplos de
superación. "Son relatos breves en los que los delitos, la
droga, la muerte o la desesperación se combinan con la solidaridad y
el optimismo de personas a las que la sociedad considera deshechos y
que dan por perdidas", explica.
La
mayoría de los protagonistas tienen como nexo las drogas. Hombres
y mujeres que con 14 años ya consumían heroína y
otros que han pasado muchos años en prisión. "Son generaciones
que no han tenido una oportunidad", enfatiza Villanueva. "Al
principio me causó inquietud escribir estas historias porque creía
que iba a seguir estigmatizando a La Palmilla como un barrio de
delincuentes y desalmados, pero sólo cuento una mínima parte, la de
las personas que intentan salir del agujero", añade.
Una
de las historias que más le marcó fue la de Carlos 'El Morao': "Sus
seis hermanos murieron por la droga y
él también estuvo a punto de hacerlo, pero salió del hoyo. Su
entereza sirve de ejemplo para los que llegan en una situación
similar".
Villanueva
se ha pateado cada rincón de la Ciudad de la Justicia para llegar
a acuerdos
con policías y jueces para evitar el ingreso en prisión de
numerosas personas,
para que cumplan sus condenas realizando servicios comunitarios en la
barriada. "Un día durante el juicio del caso Malaya, acotaron
una zona para la entrada de los imputados y un guardia civil me dijo
que la puerta de los Malayos no es ViP sino ViCH: Very Important
Chorizo. Me decían que no entienden cómo el sistema penal se ceba
con delincuentes torpes que roban para comer y dejan libres a
políticos que saquean las arcas municipales", subraya.
En
el libro también habla de la "buena convivencia y
multiculturalidad" que impera en La Palmilla "a pesar del
mito de las reyertas entre distintas nacionalidades"; los
entresijos y problemas de Cabriel 27, el edificio más deteriorado
del distrito, el último reducto para quienes no tienen un techo
donde cobijarse; o el proyecto de la 'Ruta
del Cole',
una lucha constante contra el absentismo escolar. Los primeros
capítulos se pueden ver a través de su blog
(bienestarciudadano.blogspot.com) y en unos meses saldrá publicado
por la editorial Airón.
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